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DEL PLANET 
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La esposa













































Bello arte Dios se precia de haberte hecho
Tarjetas Digitales
Cuan hermoso detalle tuvo, de elaborar tan fiel reflejo, de su filigrana;

QUIEN?  NO TE AMA, ESBELTA DAMA ...
























La esposa

























2 ¡Ah, si me besaras con besos de tu boca!,
porque mejores son tus amores que el vino.
3 Delicioso es el aroma de tus perfumes,
y tu nombre, perfume derramado.
¡Por eso las jóvenes te aman!
4 ¡Llévame en pos de ti!... ¡Corramos!...
¡El rey me ha llevado a sus habitaciones!
Coro
La esposa
pero hermosa como las tiendas de Cedar,
como las cortinas de Salomón.
6 No reparéis en que soy morena,
pues el sol me miró.
Los hijos de mi madre se enojaron contra mí;
me pusieron a cuidar las viñas,
mas mi viña, que era mía, no guardé.
7 Dime tú, amado de mi alma,
dónde apacientas tu rebaño,
dónde descansas al mediodía;
pues ¿por qué he de andar como errante
junto a los rebaños de tus compañeros?
Coro
sigue las huellas del rebaño,
y apacienta tus cabritas
junto a las cabañas de los pastores.
El esposo
te he comparado, amada mía.
10 ¡Qué hermosas son tus mejillas entre los pendientes
y tu cuello entre los collares!
11 Zarcillos de oro te haremos,
con incrustaciones de plata.
La esposa
mi nardo esparce su fragancia.
13 Mi amado es para mí un saquito de mirra
que reposa entre mis pechos.
14 Ramo de flores de alheña en las viñas de En-gadi
es mi amado para mí.
El esposo
qué hermosa eres!
¡Tus ojos son como palomas!
La esposa
qué dulce eres!
El esposo
2
La esposa
el lirio de los valles.
El esposo
es mi amada entre las jóvenes.
La esposa
es mi amado entre los jóvenes.
A su sombra deseada me senté
y su fruto fue dulce a mi paladar.
4 Me llevó a la sala de banquetes
y tendió sobre mí la bandera de su amor.
5 Sustentadme con pasas,
confortadme con manzanas,
porque estoy enferma de amor.
6 Su izquierda esté debajo de mi cabeza;
con su derecha me abrace.
El esposo
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no despertéis a mi amor!
¡Dejadla dormir mientras quiera!
La esposa
saltando sobre los montes,
brincando por los collados!
9 Semejante a una gacela es mi amado;
como un joven cervatillo.
Helo aquí, está tras nuestra pared,
mirando por las ventanas,
atisbando por las celosías.
10 Habló mi amado, y me dijo:
«Amada mía, hermosa mía,
levántate y ven.
11 Ya ha pasado el invierno,
la lluvia ha cesado y se fue;
12 han brotado las flores en la tierra,
ha venido el tiempo de la canción
y se oye el arrullo de la tórtola en nuestro país.
13 Ya la higuera ha dado sus higos
y las vides en cierne, su olor.
»¡Amada mía, hermosa mía,
levántate y ven!
14 Paloma mía, que anidas en lo oculto de la roca,
en lo escondido de escarpados parajes,
muéstrame tu rostro, hazme oir tu voz,
porque tu voz es dulce y hermoso tu aspecto».
La esposa y el esposo
esas zorras pequeñas
que destruyen las viñas,
nuestras viñas en cierne!
La esposa
Él apacienta entre los lirios.
17 Mientras despunta el día y huyen las sombras,
vuelve, amado mío,
como una gacela o un cervatillo
por los montes de Beter.
La esposa sale en busca del esposo
3
1 Por las noches busqué en mi lecho
al amado de mi alma;
lo busqué, mas no lo hallé.
2 Pensé entonces:
«Me levantaré, recorreré la ciudad,
y por calles y plazas
buscaré al amado de mi alma».
Lo busqué, mas no lo hallé.
3 Me hallaron los guardias que rondan la ciudad,
y les pregunté: «¿Habéis visto al amado de mi alma?».
4 Apenas me aparté de ellos un poco,
hallé al amado de mi alma;
me así a él, y no lo dejé
hasta llevarlo a casa de mi madre,
a la habitación de quien me dio a luz.
El esposo
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no despertéis a mi amor!
¡Dejadla dormir mientras quiera!
El cortejo de bodas
Coro
cual columna de humo,
perfumado de mirra e incienso,
y de todo polvo aromático?
7 ¡Ved, es la litera de Salomón!
Sesenta valientes la rodean,
de entre los fuertes de Israel.
8 Todos ciñen espada y son diestros en la guerra;
cada uno lleva su espada al cinto,
por los peligros de la noche.
9 El rey Salomón se hizo una carroza
de madera del Líbano,
10 con columnas de plata,
respaldo de oro
y asiento de grana;
su interior, recamado de amor
por las hijas de Jerusalén.
11 ¡Hijas de Sión, salid! Ved al rey Salomón
con la corona que le ciñó su madre
el día de su boda,
el día del gozo de su corazón.
El esposo enamorado
4
El esposo
que hermosa eres!
¡Tus ojos son como palomas
en medio de tus guedejas!
Tus cabellos, como manada de cabras
que bajan retozando las laderas de Galaad.
2 Tus dientes, como manada de ovejas
que suben del baño recién trasquiladas,
todas con crías gemelas,
ninguna entre ellas estéril.
3 Tus labios son como un hilo de grana;
tu hablar, cadencioso;
tus mejillas,
como gajos de granada detrás de tu velo.
4 Tu cuello, como la torre de David,
edificada para armería:
de ella cuelgan mil escudos,
escudos todos de valientes.
5 Tus dos pechos, como gemelos de gacela
que se apacientan entre lirios.
6 Mientras despunta el día y huyen las sombras,
me iré al monte de la mirra,
a la colina del incienso.
7 ¡Qué hermosa eres, amada mía!
No hay defecto en ti.
8 Ven conmigo del Líbano, esposa mía;
baja del Líbano conmigo.
Mira desde la cumbre del Amana,
desde la cumbre del Senir y del Hermón,
desde las guaridas de los leones,
desde los montes de los leopardos.
9 Me robaste el corazón, hermana, esposa mía;
me robaste el corazón con una mirada tuya,
con una gargantilla de tu cuello.
10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!
¡Cuánto mejores que el vino tus amores,
y la fragancia de tus perfumes
más que toda especia aromática!
11 ¡Esposa mía! Tus labios, como un panal, destilan miel;
miel y leche hay debajo de tu lengua,
y el aroma de tus vestidos
es como la fragancia del Líbano.
12 Jardín cerrado eres, hermana mía, esposa mía;
fuente cerrada, sellado manantial,
13 vergel de renuevos de granado,
de frutos suaves,
de flores de alheña y de nardos,
14 nardo y azafrán,
caña aromática y canela,
árboles de incienso
y de mirra, áloes
y las más aromáticas especias.
15 Manantial de los jardines,
pozo de aguas vivas
que descienden del Líbano.
La esposa
¡Soplad, y mi jardín desprenda sus aromas!
¡Venga mi amado a su jardín
y coma de sus dulces frutos!
5
El esposo
hermana, esposa mía;
he recogido mi mirra y mis aromas,
he comido mi panal y mi miel,
mi vino y mi leche he bebido.
Coro
El tormento de la separación
La esposa
La voz de mi amado que llama:
«¡Ábreme, hermana mía, amada mía,
paloma mía, perfecta mía,
pues mi cabeza está cubierta de rocío,
mis cabellos, de la humedad de la noche!
3 »Me he quitado la ropa,
¿cómo vestirme otra vez?
Ya me he lavado los pies,
¿cómo ensuciarlos de nuevo?».
4 Mi amado metió su mano por el resquicio de la puerta
y mi corazón se conmovió dentro de mí.
5 Me levanté para abrir a mi amado
y mis manos gotearon mirra:
¡de mis dedos corría la mirra
sobre el pestillo de la cerradura!
6 Abrí a mi amado,
pero mi amado se había ido, ya había pasado,
y tras su voz se me salió el alma.
Lo busqué, mas no lo hallé;
lo llamé, y no me respondió.
7 Me encontraron los guardias que rondan la ciudad;
me golpearon, me hirieron,
me arrebataron el manto
los guardias de las murallas.
8 Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
si halláis a mi amado,
hacedle saber que estoy enferma de amor.
La esposa enamorada
Coro
tú, la más hermosa entre las mujeres?
¿Qué es tu amado más que otro amado,
para que así nos conjures?
La esposa
distinguido entre diez mil;
11 su cabeza es oro fino;
sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
12 Sus ojos, palomas que junto a arroyos de aguas se bañan en leche,
están a la perfección colocados.
13 Sus mejillas, eras perfumadas con especias aromáticas,
son como fragantes flores;
sus labios, lirios que destilan mirra.
14 Sus manos, anillos de oro engastados de jacintos;
su cuerpo, claro marfil cubierto de zafiros.
15 Sus piernas, columnas de mármol
fundadas sobre basas de oro fino;
su aspecto, como el Líbano;
esbelto cual los cedros.
16 Su paladar, dulcísimo,
y todo en él codiciable.
¡Tal es mi amado, tal es mi amigo,
hijas de Jerusalén!
Los dos enamorados
6
Coro
tú, la más hermosa entre las mujeres?
¿A dónde se dirigió tu amado,
y lo buscaremos contigo?
La esposa
a las eras de las especias,
a apacentar en los huertos
y recoger los lirios.
3 ¡Yo soy de mi amado, y mi amado es mío!
Él apacienta entre los lirios.
El esposo
deseable como Jerusalén,
imponente como ejércitos en orden de batalla.
5 ¡Aparta tus ojos de mí,
pues me subyugan!
Tu cabello es como manada de cabras
que bajan retozando las laderas de Galaad.
6 Tus dientes, como manada de ovejas
que suben del baño,
ninguna estéril,
todas con crías gemelas.
7 Tus mejillas,
como gajos de granada detrás de tu velo.
8 Sesenta son las reinas,
ochenta las concubinas,
y las jóvenes, sin número;
9 mas única y perfecta es la paloma mía,
la única de su madre,
la escogida de quien la dio a luz.
Las jóvenes la vieron
y la llamaron «bienaventurada»;
la alabaron las reinas y las concubinas.
Coro
hermosa como la luna,
radiante como el sol,
imponente como ejércitos en orden de batalla?».
La esposa
a ver los frutos del valle,
a ver si brotaban las vides
y florecían los granados.
12 Luego, antes de darme cuenta, mi alma me puso
entre los carros de Aminadab.
Coro
¡Vuelve, vuelve, que te veamos!
La esposa
Coro
7
El esposo
hija de príncipe!
Los contornos de tus caderas son como joyas,
obra de excelente artífice.
2 Tu ombligo, como una taza redonda
donde no falta el buen vino.
Tu vientre, como montón de trigo
de lirios rodeado.
3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
4 Tu cuello, como torre de marfil;
tus ojos, como los estanques de Hesbón
junto a la puerta de Bat-rabim;
tu nariz, como la torre del Líbano,
que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza erguida, como el Carmelo;
como púrpura, tus guedejas:
en ellas, un rey está cautivo.
6 ¡Qué hermosa eres y cuán suave,
oh amor deleitoso!
7 Tu talle, como la palmera;
tus pechos, como sus racimos.
8 Yo dije: «Subiré a la palmera
y asiré sus frutos».
Deja que sean tus pechos como racimos de vid,
y como de manzanas la fragancia de tu aliento.
9 Tu paladar, como el buen vino,
que entra al amado suavemente
y corre por los labios de los viejos.
La esposa
y en mí tiene su contentamiento.
11 Ven, amado mío, salgamos al campo,
pasemos la noche en las aldeas.
12 Vayamos de mañana a las viñas,
a ver si brotan las vides, si ya están en cierne,
si han florecido los granados.
¡Allí te daré mis amores!
13 Las mandrágoras exhalan su aroma,
y a nuestras puertas
hay toda suerte de deliciosas frutas,
frescas y secas, que para ti,
amado mío, he guardado.
8
1 ¡Ah, si fueras tú un hermano mío,
criado a los pechos de mi madre!
Cuando te hallara fuera de la casa, te besaría,
y no me menospreciarían.
2 Te llevaría y te haría entrar en casa de mi madre;
tú me enseñarías.
Yo te daría a beber vino
aromado con licor de mis granadas.
3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza;
con su derecha me abrace.
El esposo
que no despertéis a mi amor!
¡Dejadla dormir mientras quiera!
El poder del amor
Coro
recostada sobre su amado?
El esposo
La esposa
como una marca sobre tu brazo;
porque fuerte como la muerte es el amor
y duros como el seol los celos.
Sus brasas son brasas de fuego,
potente llama.
7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor
ni lo ahogarán los ríos.
Y si un hombre ofreciera
todos los bienes de su casa
a cambio del amor,
de cierto sería despreciado.
Epílogo
que no tiene pechos;
¿Qué haremos con nuestra hermana
cuando de ella se hable?
9 Si fuera una muralla,
edificaríamos sobre ella un palacio de plata;
si fuera una puerta,
la recubriríamos con tablas de cedro.
10 Yo soy como una muralla,
y mis pechos, como torres.
Ante sus ojos he sido
como quien ha hallado la paz.
11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
y la encomendó a unos guardas,
y cada uno le llevaba por su fruto
mil monedas de plata.
12 ¡Mi viña, la mía, está delante de mí!
¡Que las mil monedas sean para ti, Salomón,
y doscientas para los que guardan el fruto!
13 Tú, que habitas en los huertos,
los compañeros escuchan tu voz.
¡Házmela oir!
14 ¡Corre, amado mío,
como la gacela o el cervatillo,
por las montañas llenas de aromas!
8 Tenemos una pequeña hermana,
6 Ponme como un sello sobre tu corazón,
Debajo de un manzano te desperté;
donde tuvo tu madre los dolores,
donde tuvo los dolores quien te dio a luz.
5 ¿Quién es esta que sube del desierto,
4 ¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
10 Yo soy de mi amado,
1 ¡Qué bellos son tus pies en las sandalias,
Que danza, como en los campamentos.
¿Qué miráis en la sulamita?
13 ¡Vuelve, vuelve, sulamita!
11 Bajé al huerto de los nogales
10 «¿Quién es esta, que se muestra como el alba,
4 Amada mía, eres bella como Tirsa,
2 Mi amado ha bajado a su jardín,
1 ¿A dónde se ha ido tu amado,
10 Mi amado es blanco y sonrosado,
9 ¿Qué es tu amado más que otro amado,
2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.
Comed, amados amigos;
bebed en abundancia.
1 He venido a mi jardín,
16 ¡Levántate, Aquilón, y ven, Austro!
1 ¡Qué hermosa eres, amada mía,
6 ¿Qué es eso que sube del desierto
5 ¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
16 ¡Mi amado es mío y yo soy suya!
15 ¡Cazadnos las zorras,
8 ¡La voz de mi amado! ¡Ya viene,
7 ¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
3 Como un manzano entre árboles silvestres
2 Como el lirio entre los espinos
1 Yo soy la rosa de Sarón,
Frondoso es nuestro lecho;
17 las vigas de nuestra casa, cedro;
nuestro artesonado, ciprés.
16 ¡Qué hermoso eres, amado mío,
15 ¡Qué hermosa eres, amada mía,
12 Mientras el rey está en su reclinatorio,
9 A la yegua del carro del faraón
8 Si no lo sabes, hermosa entre las mujeres,
5 Morena soy, hijas de Jerusalén,
Nos gozaremos y alegraremos contigo,
nos acordaremos de tus amores más que del vino.
¡Con razón te aman!
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¡Respóndeme cuando clamo, Dios, justicia mía!
Cuando estaba en angustia, tú me diste alivio.
Ten misericordia de mí y oye mi oración.
2 Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
amaréis la vanidad y buscaréis la mentira? Selah3 Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;
Jehová oirá cuando yo a él clame.
4 ¡Temblad y no pequéis!
Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah5 Ofreced sacrificios de justicia
y confiad en Jehová.
6 Muchos son los que dicen: «¿Quién nos mostrará el bien?».
Alza sobre nosotros, Jehová, la luz de tu rostro.
7 Tú diste alegría a mi corazón,
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
8 En paz me acostaré y asimismo dormiré,
porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado.
2 Me alegraré y me regocijaré en ti;
cantaré a tu nombre, Altísimo.
3 Mis enemigos se volvieron atrás;
cayeron y perecieron delante de ti.
4 Has mantenido mi derecho y mi causa;
te has sentado en el trono juzgando con justicia.
5 Reprendiste a las naciones, destruiste al malo;
¡borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre!
6 Los enemigos han perecido;
han quedado desolados para siempre;
y las ciudades que derribaste,
su memoria pereció con ellas.
7 Pero Jehová permanecerá para siempre;
ha dispuesto su trono para juicio.
8 Él juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con rectitud.
9 Jehová será refugio del pobre,
refugio para el tiempo de angustia.
10 En ti confiarán los que conocen tu nombre,
por cuanto tú, Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
11 Cantad a Jehová, que habita en Sión;
publicad entre los pueblos sus obras.
12 El que demanda la sangre se acordó de ellos;
no se olvidó del clamor de los afligidos.
13 Ten misericordia de mí, Jehová;
mira la aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen,
tú, que me levantas de las puertas de la muerte
14 para que cuente todas tus alabanzas
a las puertas de Sión,
y me goce en tu salvación.
15 Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron;
en la red que escondieron fue atrapado su pie.
16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó;
en la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaión. Selah17 Los malos serán trasladados al seol,
todas las naciones que se olvidan de Dios.
18 El menesteroso no para siempre será olvidado,
ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.
19 Levántate, Jehová; no se fortalezca el hombre;
sean juzgadas las naciones delante de ti.
20 Infunde, Jehová, tu temor en ellos;
¡conozcan las naciones que no son sino hombres! 1 ¿Por qué estás lejos, Jehová,
Plegaria pidiendo la destrucción de los malvados




















y te escondes en el tiempo de la tribulación?
2 Con arrogancia, el malo persigue al pobre;
será atrapado en las trampas que ha preparado.
3 El malo se jacta del deseo de su alma,
bendice al codicioso y desprecia a Jehová;
4 el malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios;
no hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
5 Sus caminos son torcidos en todo tiempo;
tus juicios los tiene muy lejos de su vista;
a todos sus adversarios desprecia.
6 Dice en su corazón: «No caeré jamás;
nunca me alcanzará la desgracia».
7 Llena está su boca de maldición y de engaños y fraude;
debajo de su lengua hay insulto y maldad.
8 Se sienta al acecho cerca de las aldeas;
en escondrijos mata al inocente.
Sus ojos están acechando al desvalido,
9 acecha en oculto, como el león desde su cueva;
acecha para atrapar al pobre;
atrapa al pobre trayéndolo a su red.
10 Se encoge, se agacha,
y caen en sus fuertes garras muchos desdichados.
11 Dice en su corazón: «Dios lo olvida;
cubre su rostro, nunca ve nada».
12 ¡Levántate, Jehová Dios, alza tu mano!
¡No te olvides de los pobres!
13 ¿Por qué desprecia el malo a Dios?
En su corazón ha dicho: «Tú no habrás de pedir cuentas».
14 Tú lo has visto, porque miras el trabajo y la vejación,
para dar la recompensa con tu mano;
a ti se acoge el desvalido;
tú eres el amparo del huérfano.
15 ¡Rompe el brazo del inicuo
y castiga la maldad del malo hasta que no halles ninguna!
16 Jehová es Rey eternamente y para siempre;
de su tierra desaparecerán las naciones.
17 El deseo de los humildes oíste, Jehová;
tú los animas y les prestas atención.
18 Tú haces justicia al huérfano y al oprimido,
a fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra.
SALMO 11
¿cómo decís a mi alma
que escape al monte cual ave?,
2 porque los malos tienden el arco,
disponen sus saetas sobre la cuerda,
para lanzarlas en oculto
a los rectos de corazón.
3 Si son destruidos los fundamentos,
¿qué puede hacer el justo?
4 Jehová está en su santo Templo;
Jehová tiene en el cielo su trono;
sus ojos observan,
sus párpados examinan a los hijos de los hombres.
5 Jehová prueba al justo;
pero al malo y al que ama la violencia,
los repudia su alma.
6 Sobre los malos hará llover calamidades;
fuego, azufre y viento abrasador serán la porción de su copa.
7 Porque Jehová es justo y ama la justicia,
el hombre recto verá su rostro.
Salva, Jehová, porque se acabaron los piadosos,
porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres.
2 Habla mentira cada cual con su prójimo;
adulan con los labios, pero con doblez de corazón.
3 Jehová destruirá todos los labios aduladores,
y la lengua que habla con jactancia;
4 a los que han dicho: «Por nuestra lengua prevaleceremos,
nuestros labios son nuestros, ¿quién es señor de nosotros?».
5 «Por la opresión de los pobres, por el gemido de los necesitados,
ahora me levantaré—dice Jehová—,
pondré a salvo al que por ello suspira».
6 Las palabras de Jehová son palabras limpias,
como plata refinada en horno de barro,
purificada siete veces.
7 Tú, Jehová, los guardarás;
de esta generación los preservarás para siempre.
8 Rondando andan los malos
cuando la infamia es enaltecida entre los hijos de los hombres.
«No hay Dios».
Se han corrompido, hacen obras despreciables,
no hay quien haga lo bueno.
2 Jehová miró desde los cielos
sobre los hijos de los hombres,
para ver si había algún entendido
que buscara a Dios.
3 Todos se desviaron,
a una se han corrompido;
no hay quien haga lo bueno,
no hay ni siquiera uno.
4 ¿No tienen discernimiento todos los que cometen maldad,
que devoran a mi pueblo como si comieran pan
y no invocan a Jehová?
5 Ellos temblarán de espanto,
porque Dios está con la generación de los justos.
6 De los planes del pobre se han burlado,
pero Jehová es su esperanza.
7 ¡Ah, si de Sión viniera la salvación de Israel!
Cuando Jehová haga volver a los cautivos de su pueblo,
se gozará Jacob, se alegrará Israel.1 Guárdame, Dios, 1 Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?,
Salmo de David




















¿quién morará en tu monte santo?
2 El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
3 el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
4 aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a Jehová;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
5 quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
porque en ti he confiado.
2 Alma mía, dijiste a Jehová:
«Tú eres mi Señor;
no hay para mí bien fuera de ti».
3 Para los santos que están en la tierra
y para los íntegros es toda mi complacencia.
4 Se multiplicarán los dolores de aquellos
que sirven diligentes a otro dios.,
No ofreceré yo sus libaciones de sangre
ni en mis labios tomaré sus nombres.
5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
tú aseguras mi suerte.
6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos
y es hermosa la heredad que me ha tocado.
7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;
aun en las noches me enseña mi conciencia.
8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;
porque está a mi diestra, no seré conmovido.
9 Se alegró por tanto mi corazón y se gozó mi alma;
mi carne también descansará confiadamente,
10 porque no dejarás mi alma en el seol,
ni permitirás que tu santo vea corrupción.
11 Me mostrarás la senda de la vida;
en tu presencia hay plenitud de gozo,
delicias a tu diestra para siempre., Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová, el cual dirigió a Jehová las palabras de este cántico el día que lo libró Jehová de manos de todos sus enemigos, y de manos de Saúl. Entonces dijo:1





















2 Jehová, roca mía y castillo mío, mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
3 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.
4 Me rodearon los lazos de la muerte
y los torrentes de la destrucción me atemorizaron.
5 Los lazos del seol me han rodeado,
me tendieron redes de muerte.
6 En mi angustia invoqué a Jehová
y clamé a mi Dios.
Él oyó mi voz desde su Templo
y mi clamor llegó hasta sus oídos.
7 La tierra fue conmovida y tembló;
se conmovieron los cimientos de los montes
y se estremecieron, porque se indignó él.
8 Humo subió de su nariz
y de su boca fuego consumidor;
carbones fueron por él encendidos.
9 Inclinó los cielos y descendió,
y había densas tinieblas debajo de sus pies.
10 Cabalgó sobre un querubín y voló;
voló sobre las alas del viento.
11 Puso tinieblas por su escondite, por cortina suya alrededor de sí;
oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
12 Por el resplandor de su presencia, pasaron sus nubes:
granizo y carbones ardientes.
13 Tronó en los cielos Jehová,
el Altísimo dio su voz:
granizo y carbones de fuego.
14 Envió sus saetas y los dispersó;
lanzó relámpagos y los destruyó.
15 Entonces aparecieron los abismos de las aguas
y quedaron al descubierto los cimientos del mundo:
a tu reprensión, Jehová,
por el soplo del aliento de tu nariz.
16 Envió desde lo alto y me tomó,
me sacó de las muchas aguas.
17 Me libró de mi poderoso enemigo
y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
18 Me asaltaron en el día de mi desgracia,
pero Jehová fue mi apoyo.
19 Me sacó a lugar espacioso;
me libró, porque se agradó de mí.
20 Jehová me ha premiado conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado,
21 porque yo he guardado los caminos de Jehová,
y no me aparté impíamente de mi Dios,
22 pues todos sus juicios estuvieron delante de mí
y no me he apartado de sus estatutos.
23 Fui recto para con él
y me he guardado de hacer lo malo,
24 por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia,
conforme a la limpieza de mis manos delante de sus ojos.
25 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
y recto con el hombre íntegro.
26 Limpio te mostrarás con el limpio
y severo serás para con el tramposo,
27 porque tú salvarás al pueblo afligido
y humillarás los ojos altivos.
28 Tú encenderás mi lámpara;
Jehová, mi Dios, alumbrará mis tinieblas.
29 Contigo desbarataré ejércitos
y con mi Dios asaltaré ciudades amuralladas.
30 En cuanto a Dios, perfecto es su camino
y acrisolada la palabra de Jehová;
escudo es a todos los que en él esperan.
31 ¿Quién es Dios sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
32 Dios es el que me reviste de poder
y quien hace perfecto mi camino;
33 quien hace mis pies como de venados
y me hace estar firme sobre mis alturas;
34 quien adiestra mis manos para la batalla,
para tensar con mis brazos el arco de bronce.
35 Me diste asimismo el escudo de tu salvación;
tu diestra me sustentó
y tu benignidad me ha engrandecido.
36 Ensanchaste mis pasos debajo de mí
y mis pies no han resbalado.
37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
no volví hasta acabarlos.
38 Los herí de modo que no se levantaran;
cayeron debajo de mis pies,
39 pues me has revestido de fuerzas para el combate;
has humillado a mis enemigos debajo de mí.
40 Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
para que yo destruya a los que me odian.
41 Clamaron, y no hubo quien salvara;
aun a Jehová, pero no los oyó.
42 Los molí como polvo delante del viento;
los lancé afuera como a lodo de las calles.
43 Me has librado de las contiendas del pueblo;
me has hecho cabeza de las naciones;
pueblo que yo no conocía me sirvió.
44 Al oir de mí, me obedecieron;
los hijos de extraños se sometieron a mí.
45 Los extraños se debilitaron
y salieron temblando de sus encierros.
46 ¡Viva Jehová y bendita sea mi roca!
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación,
47 el Dios que venga mis agravios
y somete pueblos debajo de mí,
48 el que me libra de mis enemigos
e incluso me eleva sobre los que se levantan contra mí.
Me libraste de hombre violento.
49 Por tanto yo te confesaré entre las naciones, Jehová,
y cantaré a tu nombre.
50 Grandes triunfos da a su rey
y hace misericordia a su ungido,
a David y a su descendencia para siempre.
Alabanza por haber sido librado del enemigo 1 El rey se alegra en tu poder, Jehová; 1 Jehová te escuche en el día de conflicto; 1 Los cielos cuentan la gloria de Dios




















y su descendencia de entre los hijos de los hombres,
Al músico principal. Salmo de David



















y en tu salvación, ¡cómo se goza!
2 Le has concedido el deseo de su corazón
y no le negaste la petición de sus labios, Selah3 porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien;
corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.
4 Vida te demandó y se la diste;
largura de días eternamente y para siempre.
5 Grande es su gloria por tu salvación;
honra y majestad has puesto sobre él.
6 Lo has bendecido para siempre;
lo llenaste de alegría con tu presencia.
7 Por cuanto el rey confía en Jehová,
y por la misericordia del Altísimo, no será conmovido.
8 Alcanzará tu mano a todos tus enemigos;
tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.
9 Los pondrás como horno de fuego
en el tiempo de tu ira;
Jehová los deshará en su ira
y el fuego los consumirá.
10 Su fruto destruirás de la tierra

Al músico principal. Salmo de David


















el nombre del Dios de Jacob te defienda.
2 Te envíe ayuda desde el santuario
y desde Sión te sostenga.
3 Traiga a la memoria todas tus ofrendas
y acepte tu holocausto. Selah4 Te dé conforme al deseo de tu corazón
y cumpla todos tus planes.
5 Nosotros nos alegraremos en tu salvación
y alzaremos bandera en el nombre de nuestro Dios.
Conceda Jehová todas tus peticiones.
6 Ahora conozco que Jehová salva a su ungido;
lo atenderá desde sus santos cielos
con la potencia salvadora de su diestra.
7 Estos confían en carros, y aquellos en caballos;
mas nosotros del nombre de Jehová, nuestro Dios, haremos memoria.
8 Ellos flaquean y caen,
mas nosotros nos levantamos y resistimos a pie firme.
9 Salva, Jehová;
que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.

Al músico principal. Salmo de David

















y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
2 Un día emite palabra a otro día
y una noche a otra noche declara sabiduría.
3 No hay lenguaje ni palabras
ni es oída su voz.
4 Por toda la tierra salió su voz
y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol;
5 y este, como esposo que sale de su alcoba,
se alegra cual gigante para correr el camino.
6 De un extremo de los cielos es su salida
y su curso hasta el término de ellos.
Nada hay que se esconda de su calor.
7 La ley de Jehová es perfecta:
convierte el alma;
el testimonio de Jehová es fiel:
hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos de Jehová son rectos:
alegran el corazón;
el precepto de Jehová es puro:
alumbra los ojos.
9 El temor de Jehová es limpio:
permanece para siempre;
los juicios de Jehová son verdad:
todos justos.
10 Deseables son más que el oro,
más que mucho oro refinado;
y dulces más que la miel,
la que destila del panal.
11 Tu siervo es, además, amonestado con ellos;
en guardarlos hay gran recompensa.
12 ¿Quién puede discernir sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos.
13 Preserva también a tu siervo de las soberbias,
que no se enseñoreen de mí.
Entonces seré íntegro
y estaré libre de gran rebelión.
14 ¡Sean gratos los dichos de mi boca
y la meditación de mi corazón delante de ti,
Jehová, roca mía y redentor mío!
Te amo, Jehová, fortaleza mía. 1 Oye, Jehová, una causa justa;
Oración de David




















atiende a mi clamor.
Escucha mi oración
hecha de labios sin engaño.
2 De tu presencia proceda mi defensa;
vean tus ojos la rectitud.
3 Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;
me has puesto a prueba y nada malo hallaste.
He resuelto que mi boca no cometa delito.
4 En cuanto a las obras humanas,
por la palabra de tus labios
yo me he guardado de las sendas de los violentos.
5 Afirma mis pasos en tus caminos,
para que mis pies no resbalen.
6 Yo te he invocado por cuanto tú, Dios, me oirás;
inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
7 Muestra tus maravillosas misericordias,
tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,
de los que se levantan contra ellos.
8 Guárdame como a la niña de tus ojos;
escóndeme bajo la sombra de tus alas,
9 de la vista de los malos que me oprimen,
de mis enemigos que buscan mi vida.
10 Envueltos están en su gordura;
con su boca hablan arrogantemente.
11 Han cercado ahora nuestros pasos;
tienen puestos sus ojos para echarnos por tierra.
12 Son como león que ansía agarrar su presa
y como leoncillo que está en su escondite.
13 Levántate, Jehová; sal a su encuentro, derríbalos;
libra mi vida de los malos con tu espada,
14 de los hombres, con tu mano, Jehová,
de los hombres de este mundo,
para quienes lo mejor es esta vida,
y cuyo vientre está lleno de tus bienes.
Sacian a sus hijos
y aun les sobra para sus pequeños.
15 En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;
estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
 1 Dice el necio en su corazón:
Al músico principal. Salmo de David
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
2 ¿Hasta cuándo tendré conflictos en mi alma,
con angustias en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
3 Mira, respóndeme, Jehová, Dios mío;
alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte,
4 para que no diga mi enemigo: «Lo vencí».
Mis enemigos se alegrarán si yo resbalo.
5 Mas yo en tu misericordia he confiado;
mi corazón se alegrará en tu salvación.
6 Cantaré a Jehová
porque me ha hecho bien.
1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
 
1 En Jehová he confiado;
Contaré todas tus maravillas.
1 Te alabaré, Jehová, con todo mi corazón.
Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de David
cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
¡Has puesto tu gloria
sobre los cielos!
2 De la boca de los niños y de los que aún maman,
fundaste la fortaleza a causa de tus enemigos,
para hacer callar al enemigo y al vengativo.
3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que tú formaste,
4 digo: «¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria,
y el hijo del hombre para que lo visites?».
5 Lo has hecho poco menor que los ángeles
y lo coronaste de gloria y de honra.
6 Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies:,
7 ovejas y bueyes, todo ello,
y asimismo las bestias del campo,
8 las aves del cielo y los peces del mar;
¡todo cuanto pasa por los senderos del mar!
9 ¡Jehová, Señor nuestro,
cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
1 ¡Jehová, Señor nuestro,
Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de Cus, hijo de Benjamín.
sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,
2 no sea que desgarren mi alma cual león
y me destrocen sin que haya quien me libre.
3 Jehová, Dios mío, si de algo soy culpable,
si hay en mis manos iniquidad,
4 si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo
(al contrario, he libertado al que sin causa era mi enemigo),
5 que me persiga el enemigo y me alcance,
que pisotee en tierra mi vida
y mi honra ponga en el polvo. Selah6 ¡Levántate, Jehová, en tu ira!
¡Álzate en contra de la furia de mis angustiadores
y despierta en favor mío el juicio que mandaste!
7 Te rodeará una congregación de pueblos
y sobre ella vuélvete a sentar en alto.
8 Jehová juzgará a los pueblos.
Júzgame, Jehová, conforme a mi justicia
y conforme a mi integridad.
9 Termine ahora la maldad de los malvados,
mas establece tú al justo,
porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.
10 Mi escudo está en Dios,
que salva a los rectos de corazón.
11 Dios es juez justo;
y Dios está airado contra el impío todos los días.
12 Si no se arrepiente, él afilará su espada;
armado tiene ya su arco y lo ha preparado.
13 Asimismo ha preparado armas de muerte
y ha hecho saetas ardientes.
14 El impío concibió maldad,
se preñó de iniquidad y dio a luz engaño.
15 Pozo ha cavado y lo ha ahondado;
pero en el hoyo que hizo, caerá.
16 ¡Su iniquidad recaerá sobre su cabeza
y su agravio caerá sobre su propia coronilla!
17 Alabaré a Jehová conforme a su justicia
y cantaré al nombre de Jehová, el Altísimo.
1 Jehová, Dios mío, en ti he confiado;
Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit. Salmo de David
ni me castigues con tu ira.
2 Ten misericordia de mí, Jehová, porque estoy enfermo;
sáname, Jehová, porque mis huesos se estremecen.
3 Mi alma también está muy turbada;
y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
4 Vuélvete, Jehová, libra mi alma.
¡Sálvame por tu misericordia!,
5 porque en la muerte no hay memoria de ti;
en el seol, ¿quién te alabará?
6 Me he consumido a fuerza de gemir;
todas las noches inundo de llanto mi lecho,
riego mi cama con mis lágrimas.
7 Mis ojos están gastados de sufrir;
se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.
8 ¡Apartaos de mí, todos los hacedores de maldad,
porque Jehová ha oído la voz de mi lloro!
9 Jehová ha oído mi ruego;
ha recibido Jehová mi oración.
10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos;
se volverán y serán avergonzados de repente.
1 Jehová, no me reprendas en tu enojo
Al músico principal; sobre Nehilot. Salmo de David
considera mi gemir.
2 Atiende a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,
porque a ti oraré.
3 Jehová, de mañana oirás mi voz;
de mañana me presentaré delante de ti
y esperaré.
4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad,
el malo no habitará junto a ti.
5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
aborreces a todos los que hacen iniquidad.
6 Destruirás a los que hablan mentira;
al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.
7 Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu Casa;
adoraré con reverencia hacia tu santo Templo.
8 Guíame, Jehová, en tu justicia,
a causa de mis enemigos;
endereza delante de mí tu camino.
9 En la boca de ellos no hay sinceridad;
su interior está lleno de maldad,
sepulcro abierto es su garganta,
su lengua es mentirosa.
10 ¡Castígalos, Dios!
¡Caigan por sus mismas intrigas!
Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera,
porque se rebelaron contra ti.
11 Pero alégrense todos los que en ti confían;
den voces de júbilo para siempre,
porque tú los defiendes;
en ti se regocijen los que aman tu nombre.
12 Tú, Jehová, bendecirás al justo;
como con un escudo lo rodearás de tu favor.
1 Escucha, Jehová, mis palabras;
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.1 ¡Qué hermosa eres, amada mía, 6 ¿Qué es eso que sube del desierto5 ¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
16 ¡Levántate, Aquilón, y ven, Austro!
La esposa





















¡Soplad, y mi jardín desprenda sus aromas!
¡Venga mi amado a su jardín
y coma de sus dulces frutos!