EDITORIAL DEL DIA DE HOY ..........
.
........X.......X
.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
"Integridad" se refiere a totalidad, a unidad, a la capacidad de funcionar en plenitud. El patrón está dado, en su estado inalterado, por los ecosistemas de la naturaleza que reciben la energía del sol. Por ejemplo, una parcela productiva de la plataforma continental marina o un bosque pluvial templado en el tiempo previo al afincamiento, cuando los seres humanos eran primariamente recolectores. Aunque tales épocas están fuera del recuerdo, sus ecosistemas (tanto como los podemos conocer) proporcionan hasta hoy los únicos modelos conocidos para la sostenibilidad en la agricultura, la forestación y la pesca. Los graves problemas del presente en cada una de estas tres actividades industrializadas muestran los efectos del deterioro de la integridad, en particular, la pérdida de productividad y de atractivo estético en paralelo con la alteración continua de las funciones vitales de los ecosistemas. La creatividad evolutiva y la productividad sostenida de la Tierra y sus ecosistemas regionales requieren la continuidad de sus estructuras y procesos ecológicos clave. Esta integridad interna depende de la preservación de las comunidades junto con sus innumerables formas evolucionadas de cooperación e interdependencia. Y también de intrincadas cadenas de alimentación y flujos de energía, de suelos no erosionados y del ciclo de vida de materiales esenciales como el nitrógeno, el potasio y el fósforo. Además, la composición natural del aire, los sedimentos y el agua es parte integral de la salud de los procesos y funciones de la naturaleza. La contaminación de estos tres elementos, junto con la extracción y explotación de los constituyentes inorgánicos y orgánicos, debilita la integridad de los ecosistemas y las leyes de la ecósfera, fuente de la vida en evolución. Principio 3. La historia natural confirma la visión global centrada en la Tierra La historia natural es la historia de la Tierra. Cosmólogos y geólogos hablan de los comienzos de la Tierra hace más de cuatro mil millones de años, de la aparición de pequeñas criaturas marinas en los primeros sedimentos, el surgimiento desde el mar de animales terrestres, la era de los dinosaurios, la evolución con influencias mutuas de los insectos, plantas con flores y mamíferos, de los cuales, en tiempos geológicos recientes, provienen los primates y el género humano. Compartimos material genético y un ancestro común con todas las otras criaturas que son parte de los ecosistemas de la Tierra. Estos sólidos conocimientos sitúan, sin lugar a dudas, a la humanidad en su contexto. Las historias de la evolución de la Tierra a lo largo de las eras geológicas rastrean nuestra coevolución con miríadas de organismos acompañantes por medio del acuerdo, y no sólo a través de la competencia. Los hechos de la coexistencia orgánica revelan los importantes roles desempeñados por el mutualismo, la cooperación y la simbiosis dentro de la gran sinfonía de la Tierra. Los mitos e historias culturales que conforman nuestras actitudes y valores explican de dónde venimos, quiénes somos y adónde iremos en el futuro. Estas historias han sido fantasiosamente homocéntricas y/o ultramundanas. En contraste, el relato basado en evidencias y en una observación externa de la historia natural de la humanidad --surgida del polvo de las estrellas, dotada de vitalidad y sustentada por los procesos naturales de la ecósfera-- es no sólo verosímil sino también mucho más maravillosa que los mitos tradicionales centrados en el ser humano. Situando a la humanidad en su contexto, como un componente orgánico del globo terráqueo, el relato ecocéntrico también revela un propósito funcional y una finalidad ética, a saber, el componente humano puesto al servicio de la totalidad mayor de la Tierra. Principio 4. La ética ecocéntrica se funda en la conciencia del lugar que ocupamos en la naturaleza La ética se ocupa de las actitudes y acciones desinteresadas que fluyen de los grandes valores, o sea, del sentido de lo que es verdaderamente importante. Una apreciación aguda de la Tierra tiene como consecuencia un comportamiento ético hacia ella. La reverencia hacia la Tierra surge fácilmente en las experiencias al aire libre de la niñez y en la edad adulta es impulsado por la vida junto a la naturaleza, de tal manera que las formas de la tierra y el agua, de las plantas y animales, se vuelven familiares como relaciones de vecindad. La visión ecológica del mundo y la ética que encuentra sus valores de primer orden en la ecósfera extraen su fortaleza de la vida en el mundo natural y seminatural, el medio ambiente rural más que el urbano. La conciencia del lugar que ocupamos en este mundo provoca la admiración, el sobrecogimiento y la decisión de restaurar, conservar y proteger las antiguas bellezas y formas naturales de la ecósfera que han pasado la prueba del tiempo a través de las eras geológicas. El Planeta Tierra y sus diversos ecosistemas con sus elementos básicos --aire, tierra, agua y cuerpos orgánicos-- circundan y alimentan a cada persona y a cada comunidad, dándoles vida y tomando de vuelta el regalo cíclicamente. La conciencia de sí mismo como un ser ecológico, alimentado por el agua y otros organismos, y como un animal inmerso en el aire, viviendo en la interacción productiva caldeada por el sol donde se encuentran la atmósfera y la tierra, trae un sentido de conexión y reverencia por la abundancia y la vitalidad del sustento de la naturaleza. Principio 5. Una visión ecocéntrica del mundo valoriza la diversidad de los ecosistemas y culturas La mayor revelación de la perspectiva centrada en la Tierra es la variedad y riqueza sorprendentes de los ecosistemas y de sus partes orgánicas e inorgánicas. La superficie de la Tierra presenta una diversidad de ecosistemas árticos, templados y tropicales de notable belleza estética. Dentro de este mosaico global, las diferentes variedades de plantas, animales y seres humanos dependen de las combinaciones de relieves, suelos, aguas y climas locales que los acompañan. La diversidad de los organismos, la biodiversidad, depende así del mantenimiento de la diversidad de los ecosistemas, la ecodiversidad. La diversidad cultural --una forma de biodiversidad-- es el resultado histórico de la adaptación por los seres humanos de sus actividades, pensamientos y lenguaje a ecosistemas geográficos específicos. En consecuencia, cualquier degradación o destrucción de los ecosistemas es un peligro y una desgracia tanto biológica como cultural. Una visión global ecocéntrica valoriza la diversidad de la Tierra en todas sus formas, las no-humanas tanto como las humanas. Cada cultura humana del pasado desarrolló un lenguaje único, enraizado estética y éticamente en las imágenes, sonidos, fragancias, sabores y sentimientos de la parte singular de la Tierra que le servía de hogar. Esta diversidad cultural basada en los ecosistemas era vital para impulsar formas de vida sustentable en diferentes partes de la Tierra. En la actualidad, los idiomas ecológicos de los pueblos aborígenes y la diversidad cultural que representan, están tan amenazados como las especies de los bosques tropicales y por los mismos motivos: el mundo está siendo homogeneizado, los ecosistemas están siendo simplificados, la diversidad está declinando, la variedad se está perdiendo. La ética ecocéntrica se contrapone a la globalización económica actual que ignora la sabiduría ecológica que se encuentra incorporada en diversas culturas y las destruye en aras de beneficios de corto plazo. Principio 6. La ética ecocéntrica actúa en favor de la justicia social Muchas de las injusticias de la sociedad humana se asocian a la desigualdad y, como tales, son apenas un subconjunto de las mayores injusticias e inequidades causadas por los seres humanos sobre los ecosistemas y especies de la Tierra. Con su amplio sentido de comunidad, el ecocentrismo enfatiza la importancia de la interactividad de todos los componentes de la Tierra, incluyendo muchos cuyas funciones están muy lejos de ser conocidas. Se reafirma así el valor intrínseco de todas las partes de los ecosistemas orgánicos e inorgánicos sin inhibir su uso cuidadoso. La norma es "Diversidad con Igualdad": una ley ecológica basada en el funcionamiento de la naturaleza que brinda una directriz ética para la sociedad humana. Los ecologistas sociales critican con justicia la organización de jerarquías internas en las culturas que discrimina a los desposeídos, en especial a las mujeres y las niñas y niños pobres. El argumento de que el avance hacia formas de vida sustentable será imposible mientras el progreso cultural no desahogue las tensiones originadas por la injusticia social y la inequidad de género es correcto hasta cierto punto. Le falta tener en consideración que la rápida degradación en curso de los ecosistemas de la Tierra aumenta las tensiones entre los seres humanos y, al mismo tiempo, cancela en forma anticipada posibilidades tanto para una vida sustentable como para la eliminación de la pobreza. Los problemas de la injusticia social, aunque importantes, no pueden ser resueltos si no se detiene la hemorragia de los ecosistemas, poniendo fin a las filosofías y actividades homocéntricas. PRINCIPIOS DE ACCIÓN Principio 7. Defender y preservar el potencial creativo de la Tierra Los poderes creadores de la ecósfera se manifiestan a través de sus ecosistemas geográficos resilientes. Por lo tanto, como primera prioridad, la filosofía ecocéntrica convoca con urgencia a la preservación y restauración de los ecosistemas naturales y sus especies componentes. Salvo las colisiones con cometas y asteroides que pudieran destruir el planeta, la creatividad evolutiva de la Tierra continuará por millones de años, obstaculizada sólo en aquellos lugares donde los seres humanos han destruido ecosistemas enteros mediante el exterminio de especies o el envenenamiento de los sedimentos, el agua y el aire. La extinción vil de partes de la ecósfera elimina para siempre hebras de la red orgánica, disminuyendo la belleza de la Tierra y el potencial para la emergencia futura de ecosistemas únicos con sus consiguientes organismos, posiblemente algunos de sensibilidad e inteligencia superiores a la humana. "La primera ley del arreglo inteligente es salvar todas las partes " (Aldo Leopold - Sand County Almanac). Las acciones que destruyen la estabilidad y la salud de la ecósfera y sus ecosistemas necesitan ser identificadas y condenadas públicamente. Entre las actividades humanas más destructivas se encuentran el militarismo y sus gastos grotescos, la extracción de materiales tóxicos, la manufactura de venenos biológicos en todas sus formas, la agricultura industrial, la pesca y la forestación industriales. Si no son detenidas, este tipo de tecnologías letales, justificadas como necesarias para proteger a ciertas poblaciones humanas, para enriquecer intereses corporativos específicos y satisfacer antojos humanos más que necesidades, conducirán incluso a mayores desastres ecológicos y sociales.
"Integridad" se refiere a totalidad, a unidad, a la capacidad de funcionar en plenitud. El patrón está dado, en su estado inalterado, por los ecosistemas de la naturaleza que reciben la energía del sol. Por ejemplo, una parcela productiva de la plataforma continental marina o un bosque pluvial templado en el tiempo previo al afincamiento, cuando los seres humanos eran primariamente recolectores. Aunque tales épocas están fuera del recuerdo, sus ecosistemas (tanto como los podemos conocer) proporcionan hasta hoy los únicos modelos conocidos para la sostenibilidad en la agricultura, la forestación y la pesca. Los graves problemas del presente en cada una de estas tres actividades industrializadas muestran los efectos del deterioro de la integridad, en particular, la pérdida de productividad y de atractivo estético en paralelo con la alteración continua de las funciones vitales de los ecosistemas. La creatividad evolutiva y la productividad sostenida de la Tierra y sus ecosistemas regionales requieren la continuidad de sus estructuras y procesos ecológicos clave. Esta integridad interna depende de la preservación de las comunidades junto con sus innumerables formas evolucionadas de cooperación e interdependencia. Y también de intrincadas cadenas de alimentación y flujos de energía, de suelos no erosionados y del ciclo de vida de materiales esenciales como el nitrógeno, el potasio y el fósforo. Además, la composición natural del aire, los sedimentos y el agua es parte integral de la salud de los procesos y funciones de la naturaleza. La contaminación de estos tres elementos, junto con la extracción y explotación de los constituyentes inorgánicos y orgánicos, debilita la integridad de los ecosistemas y las leyes de la ecósfera, fuente de la vida en evolución. Principio 3. La historia natural confirma la visión global centrada en la Tierra La historia natural es la historia de la Tierra. Cosmólogos y geólogos hablan de los comienzos de la Tierra hace más de cuatro mil millones de años, de la aparición de pequeñas criaturas marinas en los primeros sedimentos, el surgimiento desde el mar de animales terrestres, la era de los dinosaurios, la evolución con influencias mutuas de los insectos, plantas con flores y mamíferos, de los cuales, en tiempos geológicos recientes, provienen los primates y el género humano. Compartimos material genético y un ancestro común con todas las otras criaturas que son parte de los ecosistemas de la Tierra. Estos sólidos conocimientos sitúan, sin lugar a dudas, a la humanidad en su contexto. Las historias de la evolución de la Tierra a lo largo de las eras geológicas rastrean nuestra coevolución con miríadas de organismos acompañantes por medio del acuerdo, y no sólo a través de la competencia. Los hechos de la coexistencia orgánica revelan los importantes roles desempeñados por el mutualismo, la cooperación y la simbiosis dentro de la gran sinfonía de la Tierra. Los mitos e historias culturales que conforman nuestras actitudes y valores explican de dónde venimos, quiénes somos y adónde iremos en el futuro. Estas historias han sido fantasiosamente homocéntricas y/o ultramundanas. En contraste, el relato basado en evidencias y en una observación externa de la historia natural de la humanidad --surgida del polvo de las estrellas, dotada de vitalidad y sustentada por los procesos naturales de la ecósfera-- es no sólo verosímil sino también mucho más maravillosa que los mitos tradicionales centrados en el ser humano. Situando a la humanidad en su contexto, como un componente orgánico del globo terráqueo, el relato ecocéntrico también revela un propósito funcional y una finalidad ética, a saber, el componente humano puesto al servicio de la totalidad mayor de la Tierra. Principio 4. La ética ecocéntrica se funda en la conciencia del lugar que ocupamos en la naturaleza La ética se ocupa de las actitudes y acciones desinteresadas que fluyen de los grandes valores, o sea, del sentido de lo que es verdaderamente importante. Una apreciación aguda de la Tierra tiene como consecuencia un comportamiento ético hacia ella. La reverencia hacia la Tierra surge fácilmente en las experiencias al aire libre de la niñez y en la edad adulta es impulsado por la vida junto a la naturaleza, de tal manera que las formas de la tierra y el agua, de las plantas y animales, se vuelven familiares como relaciones de vecindad. La visión ecológica del mundo y la ética que encuentra sus valores de primer orden en la ecósfera extraen su fortaleza de la vida en el mundo natural y seminatural, el medio ambiente rural más que el urbano. La conciencia del lugar que ocupamos en este mundo provoca la admiración, el sobrecogimiento y la decisión de restaurar, conservar y proteger las antiguas bellezas y formas naturales de la ecósfera que han pasado la prueba del tiempo a través de las eras geológicas. El Planeta Tierra y sus diversos ecosistemas con sus elementos básicos --aire, tierra, agua y cuerpos orgánicos-- circundan y alimentan a cada persona y a cada comunidad, dándoles vida y tomando de vuelta el regalo cíclicamente. La conciencia de sí mismo como un ser ecológico, alimentado por el agua y otros organismos, y como un animal inmerso en el aire, viviendo en la interacción productiva caldeada por el sol donde se encuentran la atmósfera y la tierra, trae un sentido de conexión y reverencia por la abundancia y la vitalidad del sustento de la naturaleza. Principio 5. Una visión ecocéntrica del mundo valoriza la diversidad de los ecosistemas y culturas La mayor revelación de la perspectiva centrada en la Tierra es la variedad y riqueza sorprendentes de los ecosistemas y de sus partes orgánicas e inorgánicas. La superficie de la Tierra presenta una diversidad de ecosistemas árticos, templados y tropicales de notable belleza estética. Dentro de este mosaico global, las diferentes variedades de plantas, animales y seres humanos dependen de las combinaciones de relieves, suelos, aguas y climas locales que los acompañan. La diversidad de los organismos, la biodiversidad, depende así del mantenimiento de la diversidad de los ecosistemas, la ecodiversidad. La diversidad cultural --una forma de biodiversidad-- es el resultado histórico de la adaptación por los seres humanos de sus actividades, pensamientos y lenguaje a ecosistemas geográficos específicos. En consecuencia, cualquier degradación o destrucción de los ecosistemas es un peligro y una desgracia tanto biológica como cultural. Una visión global ecocéntrica valoriza la diversidad de la Tierra en todas sus formas, las no-humanas tanto como las humanas. Cada cultura humana del pasado desarrolló un lenguaje único, enraizado estética y éticamente en las imágenes, sonidos, fragancias, sabores y sentimientos de la parte singular de la Tierra que le servía de hogar. Esta diversidad cultural basada en los ecosistemas era vital para impulsar formas de vida sustentable en diferentes partes de la Tierra. En la actualidad, los idiomas ecológicos de los pueblos aborígenes y la diversidad cultural que representan, están tan amenazados como las especies de los bosques tropicales y por los mismos motivos: el mundo está siendo homogeneizado, los ecosistemas están siendo simplificados, la diversidad está declinando, la variedad se está perdiendo. La ética ecocéntrica se contrapone a la globalización económica actual que ignora la sabiduría ecológica que se encuentra incorporada en diversas culturas y las destruye en aras de beneficios de corto plazo. Principio 6. La ética ecocéntrica actúa en favor de la justicia social Muchas de las injusticias de la sociedad humana se asocian a la desigualdad y, como tales, son apenas un subconjunto de las mayores injusticias e inequidades causadas por los seres humanos sobre los ecosistemas y especies de la Tierra. Con su amplio sentido de comunidad, el ecocentrismo enfatiza la importancia de la interactividad de todos los componentes de la Tierra, incluyendo muchos cuyas funciones están muy lejos de ser conocidas. Se reafirma así el valor intrínseco de todas las partes de los ecosistemas orgánicos e inorgánicos sin inhibir su uso cuidadoso. La norma es "Diversidad con Igualdad": una ley ecológica basada en el funcionamiento de la naturaleza que brinda una directriz ética para la sociedad humana. Los ecologistas sociales critican con justicia la organización de jerarquías internas en las culturas que discrimina a los desposeídos, en especial a las mujeres y las niñas y niños pobres. El argumento de que el avance hacia formas de vida sustentable será imposible mientras el progreso cultural no desahogue las tensiones originadas por la injusticia social y la inequidad de género es correcto hasta cierto punto. Le falta tener en consideración que la rápida degradación en curso de los ecosistemas de la Tierra aumenta las tensiones entre los seres humanos y, al mismo tiempo, cancela en forma anticipada posibilidades tanto para una vida sustentable como para la eliminación de la pobreza. Los problemas de la injusticia social, aunque importantes, no pueden ser resueltos si no se detiene la hemorragia de los ecosistemas, poniendo fin a las filosofías y actividades homocéntricas. PRINCIPIOS DE ACCIÓN Principio 7. Defender y preservar el potencial creativo de la Tierra Los poderes creadores de la ecósfera se manifiestan a través de sus ecosistemas geográficos resilientes. Por lo tanto, como primera prioridad, la filosofía ecocéntrica convoca con urgencia a la preservación y restauración de los ecosistemas naturales y sus especies componentes. Salvo las colisiones con cometas y asteroides que pudieran destruir el planeta, la creatividad evolutiva de la Tierra continuará por millones de años, obstaculizada sólo en aquellos lugares donde los seres humanos han destruido ecosistemas enteros mediante el exterminio de especies o el envenenamiento de los sedimentos, el agua y el aire. La extinción vil de partes de la ecósfera elimina para siempre hebras de la red orgánica, disminuyendo la belleza de la Tierra y el potencial para la emergencia futura de ecosistemas únicos con sus consiguientes organismos, posiblemente algunos de sensibilidad e inteligencia superiores a la humana. "La primera ley del arreglo inteligente es salvar todas las partes " (Aldo Leopold - Sand County Almanac). Las acciones que destruyen la estabilidad y la salud de la ecósfera y sus ecosistemas necesitan ser identificadas y condenadas públicamente. Entre las actividades humanas más destructivas se encuentran el militarismo y sus gastos grotescos, la extracción de materiales tóxicos, la manufactura de venenos biológicos en todas sus formas, la agricultura industrial, la pesca y la forestación industriales. Si no son detenidas, este tipo de tecnologías letales, justificadas como necesarias para proteger a ciertas poblaciones humanas, para enriquecer intereses corporativos específicos y satisfacer antojos humanos más que necesidades, conducirán incluso a mayores desastres ecológicos y sociales.
Entrada más reciente
Inicio